Por: Dino Segura Robayo
Co Fundador Escuela Pedagógica Experimental EPE
Con frecuencia aparecen iniciativas para mejorar la educación que proceden unas veces de la sociedad en general y otras de especialistas ya sean maestros o investigadores que pueden ser colombianos o extranjeros. De todas maneras, el denominador común es que los cambios que se proponen suelen dejar la educación como siempre ha sido. Creo que estamos en mora de proponer algo diferente, de algo que tome en cuenta los desarrollos contemporáneos en todas esas cosas que tienen que ver con la educación o con los procesos pertinentes.
- Lo primero es que los seres vivos y entre ellos los seres humanos, están aprendiendo siempre sin necesidad de maestro e incluso muchas veces sin intenciones de aprender. Así aprendemos a caminar, a lanzar y recibir objetos, a hablar nuestro idioma nativo a contar y a saber que el resultado de la suma es independiente del orden en que se sumen los números, etc. Así aprendemos a relacionarnos con los otros, a comer y a vivir múltiples entornos de una manera adecuada para cada entorno (aprendemos a no ser autistas). Así aprendemos a trabajar en equipo o en grupo y acordamos de manera natural normas mínimas para hacer exitoso ese trabajo.
En otras palabras, el aprendizaje es un proceso que no requiere de maestro ni de plan de estudios ni (incluso) de intenciones. Claro con intenciones funcionan mejor las cosas.
- Lo segundo es que el conocimiento (que debe ser el centro de la atención) es muy distinto de la información de tal suerte que está relacionado con la acción y no con la memorización. La información es bastante inútil si no se articula con elementos que la pongan en movimiento en frente de un problema, de un conflicto o de un proyecto que la doten de conversación, creatividad, razonamiento, experiencia, valores, etc.
En otras palabras, lo que se suele hacer en las instituciones educativas, en cuanto suele restringirse a la memorización de informaciones, no aporta mucho a las habilidades para inventar o solucionar (verdaderos) problemas.
- Lo tercero es que el pensamiento instintivo es el que se desencadena en frente de los conflictos (retos) buscando solucionarlos. Así, el niño que no ha ido a la escuela suele estar buscando explicaciones con la intención de comprender el mundo en que vive. Ese pensamiento que involucra una lógica muy precisa se deteriora en la escuela como consecuencia de la estructura formal-deductiva de la escuela. Lo que aprende el niño es a no preguntar tal vez porque nadie sabe las respuestas a sus preguntas, porque le indican que son preguntas que responderá después o porque es más cómodo vivir sin comprender.
En otras palabras, la escuela está organizada para que se repita lo que se sabe y se memoricen los procedimientos y algoritmos (que pueden ser asunto de las calculadoras), no para inventar o para crear.
- Finalmente, los compromisos con las lógicas deductivas estériles se proyectan también al ámbito de los comportamientos. En cada institución existen manuales y reglamentos en frente de los cuales la única conducta posible es la obediencia. Así, la vivencia que se promueve con respecto a la convivencia es la aceptación incluso de la arbitrariedad. La experiencia de procesos de solución de conflictos en donde los protagonistas sean quienes estudian las conductas, discuten los contextos acuerdan los comportamientos deseables, aprenden a hacer normas y logran admirarlas como garantías para la convivencia, no existen. Y son necesarias pues la ciudadanía y la democracia no son fruto de lecciones sino de vivencias efectivas.
Estos cuatro elementos, que podrían enriquecerse un tanto, nos pueden orientar en la discusión de lo que debería ser la escuela, de lo que debería ser el papel del maestro y de las líneas prioritarias para lograr desde la escuela una formación ciudadana, una actitud y formación frente a la invención y la creatividad, una posibilidad para construir la convivencia no como un catecismo sino como una aventura colectiva de respeto y reconocimiento) En otras palabras, si se tienen en cuenta tendríamos propuestas para intentar una escuela distinta (que nos merecemos) y contemporánea (superando esta de ya 300 años).
En términos generales no se trata de hacer mejor lo que estamos tratando de hacer, sino de hacer una cosa distinta.
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