CARTA A LOS NIÑOS LECTORES

Te invitamos a dar una vuelta (alrededor del mundo).

Para este viaje tienes que ponerte bien cómodo, tener una buena luz y unas ganas enormes de curiosear en los sueños de hombres y niños que día a día se toman su tiempo para escribir y soñar, para inventar y contarse historias. De seguro ahora mismo mientras lees esta carta, algún otro niño en el Asia, en la lejana Patagonia o por qué no, en el planeta Marte, se divierte creando sus propias historias.

Vas a encontrar al terminar algunos cuentos un signo de interrogación (?) que quiere decir que ese cuento está sin el final, la idea es que lo termines, que te inventes para el cuento uno o más desenlaces. Aunque en la página 64 puedes encontrar los finales originales, te sugerimos que no los leas hasta que no hayas inventado los tuyos.
Las pocas ilustraciones que tiene este libro fueron elaboradas por niños más pequeños, más grandes o de tu misma edad. Te podrás dar cuenta que hemos dejado algunos espacios en blanco para que puedas hacer tus propios dibujos.

¡Adelante!, y esperamos que te diviertas tanto como nosotros al leer estos cuentos y al recopilar estas veintiún historias asombrosas. Con todo nuestro afecto

Los compiladores

Final propuesto para el cuento Nº1. El Juicio de un niño por Martino Ernesto Nivel 5 EPE/abril2020

Por mucho que el niño buscó al ladrón, encontró fue a su hermano y le preguntó si lo había visto. Éste se negó a ayudarlo por órdenes de su hermano. Pero como lo vio reírse, el niño resolvió seguirlo hasta su casa porque le pareció extraño.

Cuando llegó a la casa, éste le dijo a su hermano:

-Pilas los vi, te están buscando-.

El niño que se dio cuenta de todo, fue a donde estaba la vieja, y le dijo lo que vio, y le contó que éste con su hermano viajarían a Brasil.

El día del viaje había llegado y los ladrones se quedaron dormidos; despertándose tarde, salieron con prisa y olvidaron la maleta que tenía el dinero.
Poco rato después, llego el niño a la casa, cogió la maleta y se la llevó a la vieja. Ella le compró las avellanas.

Por : Martino Ernesto